Sobre mí
Hola!!
Me llamo Gabriela y me apasiona poner mis dones al servicio de todas aquellas mujeres que saben que han llegado a Alemania para mucho más que estar batallando con el idioma, experimentando frustración e intentando “encajar”.
Me dedico a acompañar mujeres que anhelan reconectar con su verdadera esencia, redescubrirse a sí mismas en medio de los cambios y expresarse desde su autenticidad.
Me sienta bien definirme como “aprendiz consciente”.
Mi vida ha dado un gran giro desde que conecté con el poder de la gratitud y comencé a concebir el transcurrir de la vida como un aprendizaje incesante.
Así he descubierto que, muy especialmente las crisis y todo tipo de situaciones desafiantes, son escenarios óptimos para posibilitar saltos cuánticos de consciencia y procesos de transformación profundos.
Comprendí que la vida no hace más que poner en mi camino las mejores oportunidades para la evolución de mi Ser.
En tanto me mantenga despierta y consciente, el aprendizaje es eterno.
Y cuánto más me entrego de corazón a aprender a partir de elevación de mi consciencia, tanto mayor es el disfrute y la fluidez que experimento en mi día a día.
Aterricé en tierras germanas allá por el 2011, mucho antes de arribar a estas conclusiones. Cuando aún me encontraba más bien “aprendiendo a los golpes”.
Mis primeros años en Alemania fueron más que retadores.
Más allá del conocido “duelo migratorio” y de la “montaña rusa emocional” de los primeros tiempos, a mí me tocó vérmelas de frente con un complejo de inferioridad que se acrecentaba día tras día, una autoestima por el piso y la pérdida de la confianza en mí misma.
Mi mente me atormentaba por aquél entonces con pensamientos del tipo: “no soy suficiente”, “aquí no puedo ser yo”, “nunca voy a ser valorada y reconocida”.
Me esforzaba en vano por estar “a la altura de las circunstancias”. Creía que la solución estaba en hacer y hacer más y más. Léase: aprender mejor el idioma, socializar más con los alemanes, buscar otro trabajo…
“Cuando hable perfecto alemán voy a ser feliz” -me decía ilusa.
Nada resultó. Al contrario, cuanto más progresaba con el idioma, cuando ya tenía un puesto de trabajo en mi ámbito profesional, más frustración experimentaba.
La incomodidad estaba allí, siempre presente, recordándome cuan “poca cosa” era.
Y los síntomas físicos no tardaron en llegar. A los 6 meses de arribar en tierras germanas recibía el diagnóstico de hipotiroidismo.
La vida en Alemania fue desafiándome cada vez con mayor intensidad, incluso hasta llegar a vivir la ruptura de mi matrimonio en medio de la cruda oscuridad tan propia de la transición otoño-invierno alemana.
Supongo que fue mi costado más optimista el que nunca se dio por vencido. Algo que nunca hice fue creerme el cuento de que “en la vida hay que sufrir”. Me negaba a pensar que había dejado mi Argentina natal para pasarla mal aquí.
De cierta manera me entregué, cual rendición frente a la Divinidad. Aceptando que no podía con esta situación, pero que tampoco quería continuar viviendo así.
Me sumergí en mi crisis existencial.
Me permití cuestionarlo todo.
Me permití no tener respuestas a mis preguntas.
Me permití mirar a mis miedos de frente.
Me permití morir para renacer desde mi verdadera esencia.
Comprendí que había capas de mi (antigua) personalidad que ya no me definían, que ya no contribuían a mi evolución, que ya no necesitaba ni podía continuar llevando a cuestas.
Comprendí que ni la complejidad del idioma alemán ni la cultura germana eran las responsables de mi angustia, sino más bien mi perfeccionismo, mi autoexigencia, mi apego al “deber ser” y unas cuantas heridas de la infancia que aún quedaban por sanar.
Era como si la vida aquí lo hubiera llevado todo al extremo, colocando una lupa sobre mis puntos de dolor para dar lugar a un proceso de sanación y transformación, permitiendo que emerja así mi verdadero Ser.
Sentí el llamado a despojarme de las máscaras que me habían cubierto hasta entonces, a renunciar a los personajes de mi Ego, a abrazar mi vulnerabilidad, a confiar en mi intuición y a mostrarme al mundo en mi versión más auténtica.
Del algún modo, ya sin perseguirlo ni forzarlo, aquello que tanto anhelaba fue llegando a mi vida: poder fluir hablando alemán y sentirme muy a gusto en mi nuevo entorno; una nueva pareja consciente, sana y armónica; el reconocimiento profesional y las propuestas laborales soñadas; un cuerpo sano y fuerte; personas en sintonía con mi Ser que me apoyan en mi camino…
Y así, todo comenzó a cobrar sentido.
Comprendí que no era la única que había estado “batallando” y que mi experiencia tenía una razón de ser.
Logré entender por qué la experiencia de vida en tierras foráneas se presenta como un escenario ideal para que todo ello salga a la superficie.
Comencé entonces sí a concebir los desafíos y las crisis como la fuente de donde emergen los aprendizajes más valiosos y los procesos de transformación más profundos. Y pude agradecerlo todo.
Logré resignificar por completo mi historia, trasmutando los puntos de dolor en sabiduría pragmática y reuniendo todas las herramientas contenidas en mi proceso de transformación para poder compartirlas desde una vía amorosa y empática.
Hoy me dedico a acompañar a mujeres como tú, que se encuentran en tierras germanas atrapadas en un sinfín de situaciones desafiantes y experimentando una alta dosis de insatisfacción.
Me apasiona poder compartirte a ti y a tantas otras mujeres toda la sabiduría pragmática que he reunido en mi propio camino a lo largo de estos años, brindarte herramientas útiles y sostenerte de manera amorosa en tu proceso para que tu camino sea más liviano y placentero.
Amo lo que hago porque creo profundamente en el potencial transformador que anida dentro de cada Ser y porque estoy convencida de que cada una de nosotras tenemos derecho a reescribir nuestra propia historia, a resignificar nuestra experiencia y, sobre todo, a ser felices aquí y ahora.
Mi recorrido profesional
Me gradué en Argentina como licenciada en psicopedagogía.
Desde el 2013 me he desempeñado profesionalmente dentro del sistema alemán.
Comencé trabajando para la Cruz Roja Alemana como integradora escolar y, a los pocos meses, mi jefa de entonces me ofreció un puesto de asistente social, incluso sin tener la formación para ese cargo.
Como asistente social me he dedicado durante 4 años a acompañar a familias de diversos orígenes culturales y, principalmente a mujeres, en sus procesos de integración, inserción laboral y crianza.
Desde el 2018 trabajo como profesional independiente. Soy la fundadora de Ser feliz en Alemania, lidero mi propio equipo de trabajo y comparto mis talentos como mentora acompañando a mujeres que desean redescubrirse a sí mismas y resignificar su experiencia de vida.
Desde el 2019 imparto seminarios y workshops para mujeres provenientes de todas partes del mundo en alemán, siendo considerada por varias instituciones gubernamentales, entre ellas el Ministerio de Migración e Integración alemán, como referente en empoderamiento femenino para mujeres inmigrantes.
10 cosas "MUY MÍAS"
- Mi clave: vibrar en gratitud, siempre.
- Amo desayunar smoothie-bowls, soy fan de la “pausa sagrada” y de vivir la vida en modo "slow"
- La Madre Naturaleza es mi maestra preferida y mi mejor lugar para llenarme de la energía más pura.
- Soy naturalmente alegre, me río mucho.
- Me encanta bailar, me entusiasma conocer nuevos lugares, disfruto mucho nadando en mares y lagos y, de un tiempo a esta parte, ¡prefiero hacerlo desnuda!
- Experimento paz cuando me permito ser fiel a mi sentir.
- Prefiero todo en papel: libros, cuadernos, agendas... y tengo un cariño muy especial por las cartas escritas de puño y letra.
- Disfruto lo simple: leyendo un buen libro, saboreando un té de hierbas, contemplando un atardecer, compartiendo una rica comida (si es casera, ¡mejor!).
- Mi intuición es mi mejor brújula.
- Amo estar rodeada de flores, de todo tipo, compradas en el mercado, silvestres, frescas, secas, traídas de mis paseos… Incluso salgo por las calles de mi barrio con una bolsita de tela bordada por mi abuela a recolectar pétalos de flores para luego dar rienda suelta a mi creatividad.